Pero entonces alguien se acercó con un paraguas gigante de color rojo con unas preciosas fresas dibujadas que le tapaba la cara y al acercarse una niña con una gran sonrisa me preguntó por que no estaba tomando el té, yo le sonreí y le dije: te estaba esperando! y bajo su paraguas fuimos juntas a tomar el té.
A partir de ahora jugaremos las dos y el jardín estará mucho más animado!
Bienvenida al jardín de los delirios Ruth!
